Todos nuestros ayeres, Natalia Ginzburg (Lumen)

Leer a Natalia Ginzburg resulta sorprendente, curioso, ameno y divertido, aunque lo que se esté narrando sean temas de lo más dramático. En Todos nuestros ayeres se adentra en el antes y el después de la II Guerra Mundial para explicar cómo cambia con ella la vida de una familia, de los amigos que siempre han sido amigos, de quienes logran sobrevivirla y de los que se quedan por el camino.

La escritora italiana, que vivió en carne propia la detención y muerte de su marido en una cárcel de Roma a manos de las fuerzas fascistas, hace de la anécdota y la cotidianeidad del día a día la columna vertebral de esta gran historia protagonizada de forma casi velada por Anna, una joven que habita en un mundo dominado por hombres. Ella es el sujeto pasivo, la que se deja hacer, el «insecto» sostenido sobre la hoja, así la define su esposo.

Anna, familiarizada con un ambiente revolucionario y antifascista, representa la resistencia silenciosa de la mujer. Se queda embarazada de Giuma, un joven «con dientes de zorro» que se va a estudiar a Turín después de dejarle el dinero suficiente para abortar. Pero Anna decide tener a su hija. Cuando aparece Cenzo Rena, un viejo amigo de la familia, rico y treinta años mayor que ella, Anna le abre su corazón. Acaba de fallecer  Ippolito, su hermano mayor. Se ha suicidado y todos están desolados.

Anna y Cenzo Rena deciden entonces unirse en matrimonio y marcharse a vivir juntos, pero ella nunca acaba de acostumbrarse a la vida en el campo ni a su marido. ¿Qué habrá sido de Giuma, de Concettina, de Giustino…?

Son tiempos desdichados los que les ha tocado vivir con el ascenso al poder del fascismo en una Italia repleta de refugiados escondidos detrás de cada pared para no ser detenidos.  Hasta Cenzo Rena, que no es partidario de compartir techo con nadie más que su mujer y La Maschiona, acaba cediendo ante la proliferación de tanto necesitado de cobijo.

Pero en Todos nuestros ayeres, Natalia Ginzburg no se posiciona. Solo narra desde la más absoluta de las objetividades. Le quita todo el hierro a un capítulo trágico y oscuro del pasado más reciente para dejar libres de consideración a sus personajes y contar así sus anécdotas, sus miserias y su singularidad. Esta es una obra redonda en estilo, sentido y forma; muchos dicen que su obra maestra.

«Querían desbancar a los fascitas, iniciar la revolución. El padre había dicho siempre que a los fascistas había que derrocarlos y que él sería el primero en alistarse a las barricadas en cuanto empezara la revolución. Decía que ese sería el día más feliz de su vida. Pero su vida se había consumido sin que aquel día llegase. Ahora Anna se imaginaba a sí misma en las barricadas con Ippolito y con Danilo cantando y pegando tiros»

«Él, a los alemanes, no los podía soportar, había luchado contra ellos y una vez que has luchado contra un país ya no te olvidas nunca, cómo vas a poder luego volverte amigo suyo, el corazón humano no deja de ser el corazón humano y hace oídos sordos a las razones políticas»

«A él el fascismo tampoco le iba, sobre todo porque era una cosa provinciana, convertía  a Italia en una provincia, impedía que se organizasen exposiciones con cuadros buenos procedentes de fuera»

«Qué difícil era ser marido y mujer, no bastaba con dormir juntos y hacer el amor y despertarse con aquella cabeza al lado, no era bastante eso para ser marido y mujer: ser marido y mujer quería decir convertir los pensamientos en palabras, sacar continuamente palabras de los pensamientos, entonces podría llegar a no sentirse extraña una cabeza apoyada junto a la propia en la almohada, cuando existía un libre fluir de palabras que renacía fresco todas las mañanas»

«La última carta de Concettina poco antes del armisticio decía que Giustino estaba en Turín, pero luego no se habían recibido más cartas. Y Cenzo Rena decía que era inútil escribir, Italia estaba completamente rota  y una carta tardaba en llegar días y más días, y cuando llegaba ya no era verdad nada de lo que estaba escrito en ella»

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Una respuesta a “Todos nuestros ayeres, Natalia Ginzburg (Lumen)

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  1. Totalmente de acuerdo con las sensaciones que me ha dejado el libro. La contextualizacion de la época histórica es un telón de fondo acompañando a una historia familiar.

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